Otoño en Andorra

Después de tantos años viviendo en la ciudad había olvidado lo que era el otoño. Luz dorada, días cálidos, colores, y una lenta y progresiva transición.

35mm

Al estar en contacto con las estaciones uno se sintoniza, se mimetiza, se predispone a vivir en si mismo esa transición, a recordar las fases de la vida, a ordenar, a dar un tiempo a cada cosa, sin forzar, a dejar ir, en este caso, como los árboles, algunas partes de uno mismo, renovarse para volver a brotar más adelante, aprovechar esa inercia para compartir el camino, para caminar juntos y hacerlo más llevadero. Conectados con un ritmo más natural, más acorde a nuestra esencia. Al contactar con toda esa belleza se encuentra un cierto consuelo en el alma. Sin esos estímulos, sin esa belleza natural, uno se queda solo con lo malo, con que cada vez hace más frío, con que los días son más cortos, con que llueve. En la montaña la lluvia huele, te regala sensaciones. Los días más cortos se compensan con un tono de luz más cálido, casi dorado. Los días grises se acompañan con colores amarillos, rojos, naranjas, llenos de vida. Bienvenido Otoño!

Comparto las fotos de uno de mis paseos otoñales.

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